sábado, 5 de mayo de 2012

Sólo mía

 Furbio, aquellos ojos, aquel par de ojos que brillaban, no se.... parecían dos faros, dos antorchas. Y aquella sonrisa tan... tan deslumbrante, me parecía que era como ver el sol cada vez que se reía, creeme. Furbio cuando un hombre siente sobre sí mismo esa mirada, esa sonrisa es inevitable que a uno le estalle algo dentro. Porque tú te crees que mi me ha dado un infarto, a mi me han dado tres, cuatro, ni yo mismo se cuántos he tenido. El primero seguramente cuando la vi por primera vez, el segundo cuando me acarició, y el tercero cuando nos besamos aquí. He estado a punto de morirme Furbio, sabes, pero aun así si alguien me hiciera la fatídica pregunta: ¿Ernesto, ha valido la pena? Yo respondería: ¡Ha valido la pena!, ¡realmente ha valido la pena!
-No Ernesto, no nos dejes aún, regalanos una última imagen.
-No se Furbio, no se. Yo nunca había traicionado a mi mujer. Y desde entonces no he vuelto ha hacerlo. Pero de vez en cuando, cuando discutimos y tengo ganas de sentirme un poco infiel, subo aquí a esta azotea, cojo una sabana y me tapo con ella, entonces recito aquella poesía:

"Hay tanta nieve en mis recuerdos,

siempre la nieve,
tanta que mi mente se volvería blanca,
sino dejase de recordar".
Total, aquí debajo, nada es pecado.


1 comentario:

  1. Hi there! Since I don't remember any of these words hehehe sorry, I guess I can only say.. have a great day! Hahaha :D

    ResponderEliminar

Follow me